Sin embargo, este proceso involucra un desafío medioambiental crítico: la generación masiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). Su inadecuada gestión en el mundo representa una amenaza significativa para la salud humana y, desde luego, para los ecosistemas. Por ello, esta situación exige que reflexionemos profundamente sobre las políticas, tecnologías y los comportamientos sociales que rigen el ciclo de vida de los dispositivos que usamos diariamente. En este contexto, la cooperación y la innovación tecnológica sirven como herramientas fundamentales para proponer y crear procesos avanzados de reciclaje y numerosas técnicas que ofrecen soluciones para resolver el problema del E-Waste.
El objetivo de este blog es analizar los desafíos y las oportunidades en la gestión de los RAEE, considerando sus dimensiones ambientales, económicas y sociales.
1. El problema global de los residuos electrónicos
Según el Global E-Waste Monitor 2024 de la ONU y de la ITU, en 2023 se generaron aproximadamente 62 millones de toneladas de residuos electrónicos a nivel mundial, de los cuales solo el 20% fue recolectado y registrado adecuadamente.
La predicción para 2030 es aún más alarmante: se estima que la cifra alcanzará 82 millones de toneladas si no se implementan medidas globales efectivas.
El problema tiene múltiples dimensiones. En primer lugar, los aparatos electrónicos contienen sustancias altamente tóxicas como plomo, mercurio, cadmio y retardantes de llama. Cuando estos residuos no se manejan correctamente, contaminan el suelo, el aire y los cuerpos de agua, lo que causa enfermedades respiratorias, daños neurológicos y cáncer.
En segundo lugar, existe una desigualdad estructural en el tratamiento de estos residuos. Los países desarrollados suelen exportar su basura electrónica a países en desarrollo, donde muchas veces se procesan de forma informal, sin regulación ni protección laboral. Esto provoca graves violaciones a los derechos humanos, especialmente en comunidades vulnerables donde los niños y mujeres trabajan sin seguridad en vertederos tóxicos.
Otra dimensión crítica es la pérdida de recursos. Gran parte de los residuos contienen materiales valiosos como oro, plata, cobre, litio y tierras raras, esenciales para la transformación energética y tecnológica verde. Sin embargo, al desecharse sin recuperación, estos materiales se pierden, lo que representa una pérdida económica inmensa.
En resumen, el problema de los residuos electrónicos no es solo una cuestión ambiental, sino también un reflejo de las desigualdades económicas y tecnológicas globales.
2. El problema ambiental, económico y regulatorio que genera la gestión desigual de residuos
1. Problema Ambiental
La gestión inadecuada de residuos electrónicos tiene consecuencias graves para el medio ambiente:
- Contaminación tóxica: Muchos dispositivos contienen metales pesados (como mercurio, plomo, cadmio) y sustancias peligrosas (como retardantes de llama) que, si no se manejan adecuadamente, se filtran al suelo y cuerpos de agua, contaminando ecosistemas y afectando la biodiversidad.
- Emisiones de gases tóxicos: En muchos países, el reciclaje se hace de forma rudimentaria (como quemar cables para extraer cobre), lo cual libera gases tóxicos que contaminan el aire y afectan la salud humana.
- Explotación de recursos: La baja tasa de reciclaje significa más extracción de materias primas (como litio, oro y tierras raras), lo que agrava la sobreexplotación de recursos naturales.
2. Problema Económico
La desigualdad en la gestión también implica impactos económicos negativos:
- Pérdida de materiales valiosos: Muchos residuos electrónicos contienen materiales recuperables (oro, cobre, aluminio, etc.), pero su mal manejo provoca enormes pérdidas económicas. Según la ONU, se pierden más de 50 mil millones de dólares anualmente en materiales no recuperados.
- Carga para países receptores: Muchos países del Sur Global reciben residuos electrónicos bajo el disfraz de “donaciones” o “segunda mano”, generando una carga económica para gobiernos sin infraestructura para su manejo.
- Mercados informales: En lugares donde no hay regulación, surgen redes informales de reciclaje que no garantizan condiciones laborales seguras ni un retorno económico justo para los trabajadores.
3. Problema Regulatorio
La regulación internacional y nacional sigue siendo muy desigual:
- Falta de armonización legal: No todos los países cuentan con legislación específica sobre residuos electrónicos, y entre los que sí, las normas varían drásticamente, dificultando una cooperación efectiva.
- Tratados débiles o incumplidos: Aunque existen convenios como el Convenio de Basilea (que regula el movimiento transfronterizo de residuos peligrosos), muchos países lo incumplen o se aprovechan de lagunas legales.
- Fiscalización limitada: Muchos países carecen de la capacidad técnica y financiera para controlar el comercio ilegal de e-waste o para hacer cumplir las leyes existentes.
3. El vertedero de e-waste en Agbogbloshie, Ghana
¿Qué es Agbogbloshie?
Agbogbloshie es un barrio ubicado en Accra, la capital de Ghana, y es uno de los mayores vertederos de residuos electrónicos (e-waste) del mundo. También ha sido apodado como el “infierno electrónico”.
Origen del e-waste en Agbogbloshie
Proviene principalmente de países desarrollados, especialmente de:
• Europa (Reino Unido, Alemania, Francia)
• Estados Unidos
• Algunos países asiáticos
• Muchos de estos residuos se exportan como “donaciones” de electrónicos usados, pero en realidad son basura electrónica irreparable.
¿Qué se hace con los residuos allí?
En Agbogbloshie, jóvenes y niños:
• Desmontan computadoras, monitores, televisores y celulares.
• Queman cables y componentes para recuperar metales como cobre, aluminio y oro.
• Venden estos metales a intermediarios para sobrevivir.
Se estima que 500 contenedores de residuos electrónicos llegan a Ghana cada mes.
• Más del 90% de los equipos electrónicos importados no funcionan o están en malas condiciones.
• En Agbogbloshie trabajan más de 2,500 personas en el reciclaje informal.
4. El impacto ambiental de la quema de plásticos y componentes electrónicos de los vertederos de basura
La quema de plásticos y residuos electrónicos en vertederos, especialmente en países con sistemas deficientes de gestión de residuos, es una práctica altamente contaminante. Aunque suele realizarse para reducir el volumen de basura o recuperar metales valiosos, esta actividad tiene consecuencias ambientales graves y duraderas, que afectan suelo, aire, agua y ecosistemas a nivel global. Entre los impactos ambientales más importantes se encuentran:
A) Contaminación del aire:
La quema de plásticos libera gases tóxicos como dióxido de carbono, monóxido de carbono, dioxinas, etc. Que deterioran la calidad del aire y contribuyen al cambio climático. En el caso de residuos electrónicos, también se liberan metales pesados y compuestos químicos peligrosos como plomo, cadmio y mercurio.
B) Contaminación del suelo y agua:
Las cenizas y líquidos contaminantes generados por estas quemas se filtran al suelo y cuerpos de agua, afectando cultivos, ecosistemas acuáticos y fuentes de agua potable. Esto ha sido documentado en países como India, Ghana y China.
C) Cambio climático:
La liberación de hollín (black carbon), producto de la quema incompleta, es un potente contaminante climático que acelera el calentamiento global, afectando el equilibrio climático en distintas regiones del planeta.
D)Persistencia de contaminantes:
Muchos de los compuestos liberados, como las dioxinas, son altamente persistentes, lo que significa que permanecen en el ambiente durante décadas. Estos contaminantes tienden a acumularse en los organismos vivos y a integrarse en la cadena alimentaria, lo que incrementa su toxicidad con el tiempo.
E) Daño a la biodiversidad: Los contaminantes liberados por la quema, como metales pesados, microplásticos y compuestos orgánicos como dioxinas, se dispersan en el aire o llegan al suelo y al agua. Estos compuestos pueden envenenar especies animales y vegetales.
F) Alteración de los ciclos biogeoquímicos:
La liberación de metales pesados durante la quema de plásticos y residuos electrónicos altera los ciclos naturales del carbono, nitrógeno y otros elementos esenciales en el suelo y el agua. Esto afecta la fertilidad del suelo, la calidad del agua y la capacidad de los ecosistemas para autorregularse y sostener la vida.
El impacto económico del no uso de materiales valiosos no reciclados
En México se generan pérdidas económicas lo cuál se desaprovechan hasta 3,000 millones de dólares anuales por no reciclar materiales con valor comercial (plásticos, metales, electrónicos, etc.).
La industria poco desarrollada hace que falten inversiones en reciclaje; producir materiales vírgenes sigue siendo más barato, lo que frena la competitividad.
Costos ambientales y sociales: Aumentan los gastos en limpieza, salud pública y contaminación, especialmente en comunidades vulnerables.
Trabajo informal no reconocido: Miles de recicladores informales trabajan en condiciones precarias, sin seguridad ni apoyo.
5. La regulación internacional sobre residuos peligrosos
La regulación internacional sobre residuos peligrosos tiene como objetivo principal proteger la salud humana y el medio ambiente frente a los riesgos que representa la generación, transporte, manejo y eliminación inadecuada de estos residuos. A lo largo de las décadas, se han establecido diversos tratados y convenios internacionales para abordar esta problemática, siendo el más destacado el Convenio de Basilea, adoptado en 1989 y en vigor desde 1992.
El Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación establece normas para limitar y supervisar el comercio internacional de residuos peligrosos, especialmente hacia países que no cuentan con la infraestructura necesaria para manejarlos de manera segura. Este tratado promueve la minimización en la generación de residuos peligrosos, el tratamiento ambientalmente adecuado y la prohibición de exportaciones a naciones vulnerables, a menos que se cuente con consentimiento informado y capacidades de gestión.
Además del Convenio de Basilea, existen otros acuerdos complementarios. El Convenio de Rotterdam, firmado en 1998, regula el comercio internacional de ciertos productos químicos peligrosos, algunos de los cuales pueden formar parte de residuos peligrosos. Este convenio exige que los países importadores den su consentimiento informado previo antes de recibir estas sustancias. Por otro lado, el Convenio de Estocolmo (2001) se centra en la eliminación de los contaminantes orgánicos persistentes (COPs), sustancias químicas que pueden acumularse en el ambiente y representar un riesgo grave para la salud y el ecosistema.
A nivel regional, existen regulaciones adicionales. La Unión Europea, por ejemplo, cuenta con normas estrictas sobre residuos peligrosos a través del Reglamento REACH (registro, evaluación y autorización de sustancias químicas) y otras directivas específicas que buscan garantizar el tratamiento adecuado de estos materiales. En América Latina, muchos países han adoptado marcos normativos inspirados en el Convenio de Basilea, aunque enfrentan desafíos como la falta de recursos técnicos y financieros para su implementación efectiva.
Finalmente, los retos actuales en materia de residuos peligrosos incluyen el tráfico ilegal de residuos hacia países en desarrollo, la creciente producción de residuos electrónicos y el manejo de nuevos materiales complejos. A pesar de los avances normativos, aún existen brechas importantes entre la legislación y la práctica, por lo que la cooperación internacional y el fortalecimiento institucional siguen siendo fundamentales para una gestión adecuada y segura de estos residuos.
6. ¿Qué papel tiene el Derecho Internacional Privado en el tema de los residuos electrónicos?
Los residuos electrónicos, como celulares, computadoras, televisores o cualquier aparato eléctrico que ya no sirve, son un problema muy importante hoy en día. Muchos de estos aparatos terminan siendo tirados en otros países, donde hay pocas leyes para controlar cómo se reciclan o se destruyen, y eso puede causar contaminación. Aquí es donde entra el Derecho Internacional Privado, que se encarga de regular los conflictos entre personas o empresas de distintos países.
a) Transferencia de residuos electrónicos entre países
Muchas veces los residuos electrónicos viajan de un país a otro, sobre todo desde países ricos hacia países en desarrollo. Aquí el Derecho Internacional Privado ayuda a decidir qué leyes se deben aplicar si pasa algo en el camino o si esos residuos causan daños. Por ejemplo, si una empresa manda basura electrónica a otro país y no cumple las normas, el DIPri puede ayudar a saber qué país debe actuar y qué ley se debe usar.
b) Responsabilidad entre empresas y personas
Si una empresa maneja mal estos residuos y contamina el agua, el suelo o afecta la salud de las personas, alguien tiene que hacerse responsable. Pero si esa empresa está en otro país, el asunto se complica. Aquí el Derecho Internacional Privado sirve para saber quién tiene la culpa, qué país debe juzgar el caso y qué leyes se usan para pedir compensaciones.
c) La sede de empresas multinacionales
Muchas empresas grandes tienen oficinas en un país, fábricas en otro y reciclan en otro distinto. Esto puede hacer más difícil saber qué ley deben seguir. El Derecho Internacional Privado ayuda a ubicar legalmente a estas empresas, es decir, a saber en qué país están registradas y qué leyes deben cumplir. Así se puede exigirles que se hagan responsables si hacen algo mal con los residuos.
d) Comercio y licencias para reciclar
Aunque parezca raro, los residuos electrónicos a veces se venden porque tienen materiales valiosos como oro o cobre. Además, para reciclar en muchos países necesitas un permiso. Entonces, cuando hay contratos entre empresas de distintos países para hacer esto, el DIPri ayuda a organizar esos acuerdos y a resolver conflictos si no se cumple algo del contrato.
e) Cómo se relaciona con tratados internacionales
Existen tratados, como el Convenio de Basilea, que prohíben enviar basura peligrosa a otros países si no hay control. Aunque esos tratados son entre gobiernos, el Derecho Internacional Privado sirve para aplicar esas reglas a las personas o empresas que están detrás del traslado de residuos. También ayuda a que las normas internacionales tengan efecto real en la vida diaria de quienes hacen negocios con estos residuos
7. ¿Cómo puede el Derecho Internacional —tanto público como privado— fortalecerse para evitar la evasión de regulaciones mediante lagunas legales o falsas declaraciones de donaciones tecnológicas?
El Derecho Internacional puede fortalecerse a través de un enfoque multidimensional que combine armonización normativa, cooperación institucional y mecanismos vinculantes de cumplimiento.
Actualmente, muchas regulaciones internacionales sobre residuos tecnológicos, como el Convenio de Basilea, permiten la exportación de dispositivos usados bajo la etiqueta de “donaciones”, aunque estas a menudo terminan como desechos electrónicos no funcionales. Este vacío se convierte en una vía para la evasión regulatoria.
a) Fortalecimiento del Derecho Internacional Público:
Revisión y actualización de tratados internacionales como el Convenio de Basilea para cerrar lagunas legales, por ejemplo, redefiniendo más estrictamente qué constituye una donación válida y funcional.
Mayor transparencia y trazabilidad internacional mediante el uso de tecnologías como blockchain para rastrear el ciclo de vida de los dispositivos electrónicos.
Establecimiento de tribunales ambientales o paneles de arbitraje especializados en disputas por comercio de desechos electrónicos y sus externalidades negativas.
b) Fortalecimiento del Derecho Internacional Privado:
- Armonización de contratos internacionales con cláusulas comunes sobre la responsabilidad postconsumo y la trazabilidad de productos tecnológicos.
- Inclusión de cláusulas de sostenibilidad y debida diligencia en la contratación transfronteriza de productos electrónicos.
- Creación de un sistema internacional de certificación obligatoria de donaciones tecnológicas, validado por terceros independientes.
c) Cooperación multinivel:
- Apoyo a la creación de agencias de supervisión regionales que fortalezcan la capacidad de vigilancia de los países del Sur Global, donde se destinan la mayoría de estos "desechos disfrazados".
8. ¿Qué papel deberían jugar las grandes corporaciones tecnológicas en la implementación efectiva de sistemas de responsabilidad extendida del productor (REP) a nivel global?
Las grandes corporaciones tecnológicas tienen un papel central y estratégico en los sistemas de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) y deberían asumir una responsabilidad activa, no sólo financiera sino también operativa y ética.
a) Responsabilidades clave:
- Ecodiseño: Integrar criterios de sostenibilidad desde la etapa de diseño, facilitando el desmontaje, reciclaje y reutilización de componentes.
- Financiamiento y logística inversa: Financiar sistemas globales de recolección, tratamiento y reciclaje de productos tecnológicos al final de su vida útil, especialmente en mercados donde no existe infraestructura pública adecuada.
- Transparencia y auditorías públicas: Divulgar anualmente informes auditados sobre su desempeño en REP, con métricas como el porcentaje de productos reciclados, reacondicionados o gestionados adecuadamente.
b) Enfoque global con responsabilidad local:
- Las empresas no deben limitarse a cumplir regulaciones laxas en mercados emergentes. En cambio, deben implementar estándares homogéneos a nivel global, independientemente del país donde operan.
- También pueden colaborar con gobiernos y ONG locales para mejorar la capacidad técnica y logística del reciclaje en el Sur Global.
c) Innovación en el modelo de negocios:
- Incentivar modelos de "producto como servicio"(por ejemplo, suscripción a dispositivos que luego se devuelven al fabricante), reduciendo así la generación de residuos.
9. ¿Cómo puede lograrse una economía circular realista y efectiva en el sector tecnológico si la mayoría de los residuos electrónicos se manejan de manera informal en países con baja capacidad regulatoria?
Lograr una economía circular en el sector tecnológico implica reconocer y formalizar gradualmente la economía informal, a la vez que se refuerzan las capacidades institucionales de los países receptores de residuos electrónicos.
Estrategias posibles:
a) Formalización e integración de recicladores informales:
- Programas de capacitación técnica y certificación para trabajadores informales.
- Inclusión en cadenas de valor formales mediante incentivos fiscales y apoyo financiero.
- Cooperativas de reciclaje con apoyo de ONGs, gobiernos y empresas tecnológicas.
b) Transferencia tecnológica y cooperación internacional:
- Proyectos de desarrollo que incluyan transferencia de tecnologías limpias y eficientes para el manejo de e-waste.
- Fondos internacionales específicos para crear plantas de reciclaje regionales y sostenibles.
c) Fortalecimiento normativo y técnico:
- Asistencia técnica internacional para crear marcos regulatorios adaptados al contexto local pero alineados con estándares internacionales.
- Fortalecer capacidades de inspección, monitoreo y sanción en aduanas, zonas francas y puertos de entrada.
d) Economía circular como modelo inclusivo:
- Impulsar incentivos a la reparación y reacondicionamiento local de dispositivos electrónicos, en lugar de su reemplazo o desecho.
- Apoyar a empresas sociales que trabajen con electrónica recuperada y den trabajo digno a comunidades vulnerables.
10. ¿Hasta qué punto la ineficaz gestión global de los residuos electrónicos refleja una forma moderna de injusticia ambiental o colonialismo tecnológico?
La gestión ineficaz de los residuos electrónicos constituye, en muchos casos, una manifestación contemporánea de injusticia ambiental y una forma de colonialismo tecnológico.
Argumentos clave:
- Asimetría en la generación y disposición de residuos: Mientras que los países desarrollados generan la mayoría de los residuos electrónicos, estos son exportados, directa o indirectamente, a países del Sur Global, que carecen de infraestructura para manejarlos adecuadamente.
- Transferencia de externalidades negativas: Esta práctica traslada los costos ambientales, sanitarios y sociales a comunidades empobrecidas, reproduciendo dinámicas coloniales donde el Norte Global se beneficia y el Sur asume los impactos.
- Relación de dependencia tecnológica: Muchos países en desarrollo reciben tecnología obsoleta disfrazada de “donación”, lo cual perpetúa una dependencia tecnológica y limita su desarrollo independiente.
- Racismo ambiental estructural: Las comunidades más afectadas por los vertederos electrónicos y la contaminación resultante suelen ser grupos racializados, marginados o indígenas, lo que refleja una dimensión interseccional de injusticia ambiental.
11. ¿Qué hacer?
- Aplicar el principio de justicia ambiental global, que demanda que quienes más contaminan asuman la mayor responsabilidad.
- Crear mecanismos de reparación y compensación por daños ambientales sufridos por comunidades afectadas.
- Fomentar una ética del diseño tecnológico que tome en cuenta el ciclo completo de vida de los productos, incluyendo sus impactos postconsumo en otras regiones del mundo.
12. La gestión de residuos
El estudio sobre la gestión de RAEE nos permitió hacer evidente la complejidad y la urgencia de tratar este problema mundial. Así mismo, los resultados que obtuvimos reflejaron que, si bien ya existen avances dirigidos a la recolección y tratamiento de estos residuos, aún persisten desafíos significativos. Cuestiones como la falta de concientización de la sociedad, la poca infraestructura para el tratamiento y también los vacíos existentes en las leyes que regulan está gestión se han convertido en parte importante del problema.
Además, descubrimos que la mayoría de estos residuos terminan en vertederos no autorizados o son manejados de manera informal, lo que provoca riesgos de contaminación y la pérdida de materiales que pueden recuperarse para darles un segundo uso. A pesar de esto, también pudimos identificar oportunidades que pueden mejorarse y contribuir en, por ejemplo, la implementación de campañas educativas, la ampliación de los centros de acopio existentes y, ¿por qué no? La alianza entre los sectores público y privado para el fomento de la economía circular.
Finalmente, consideramos que la gestión adecuada de los RAEE no es solo una responsabilidad ambiental, también es económica y social, puesto que, para lograr un manejo sostenible, se requiere que todos nos involucremos. De esta forma, podemos lograr un cambio en la gestión actual para garantizar la protección del medio ambiente y de las generaciones presentes y futuras
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